Podemos afirmar que la misión de Teresa Rodón es la acogida de su existencia sufriente y dolorida, transformada en buena nueva, en evangelio a proclamar. El testimonio de su vida, su entrega generosa y gratuita nos convierten en presencia activa de Jesús que pasó por el mundo haciendo el bien. Desde Él y en Él somos enviadas a los pobres y necesitados de la sociedad, con preferencia a la infancia y juventud marginadas.
“Se procurará, en cuanto sea posible, hacer todo lo que se pueda, meramente por pura caridad, sólo por amor a Dios y bien del prójimo” (CMF 70).
“Grandeza y fortaleza de ánimo para poder emprender todo aquello que para el servicio de Dios sea necesario” (CMF 34).
En orden a vivir la misión, como exigencias de seguimiento de Cristo y del amor a los hermanos, nuestra misión hoy permanece preferentemente en una cercanía personal; sin medios de poder sino en pobreza, sencillez y humildad. “Vivir la vida evangélica con sencillez y humildad”, “Nuestra vida en fraternidad será el mejor servicio al mundo de hoy”(CCGG)
“Debemos llevar en los corazones la paz que anunciamos con la palabra, de modo que con nuestra actitud todos se sientan estimulados a la paz” (R 30).
El ideal de vida franciscano sigue impulsando nuestro ser y nuestro hacer, siendo portadoras de “Paz y Bien”. Trabajamos e intentamos responder a las necesidades humanas más apremiantes de nuestro tiempo y cooperamos en la misión evangelizadora de la Iglesia.
Esto se traduce en nuestras presencias y obras llevadas a cabo en Europa, América Latina y África.